Corría sin rumbo, sin dirección, una huida a ninguna parte. Sus lágrimas se mezclaban con la lluvia. Correr y mas correr, era una noche fría de otoño y las calles de la gran ciudad estaban desiertas. Pero el no sentía ni el frió ni la lluvia únicamente el dolor, ese dolor que le quemaba por dentro. Quería gritarle al mundo pero de su boca no salía ni un solo sonido. Ese enorme nudo que tenía en la garganta y presionaba su pecho no le dejaba hablar. No era verdad, simplemente no era verdad. El no quería, no podía aceptarlo. Todo había acabado, de repente, ya estaba se acabo. ¿De repente? De repente no. Desde el primer día que se lo dijeron lo sabia, pero nunca pudo aceptarlo siempre había habido un quizás. Seis años luchando, seis años viviendo solo para el. ¿Ahora que, ahora que?Corriendo sin parar con el corazón a punto de estallar, escapar, escapar de la realidad, del dolor.Es cáncer, así se lo dijeron. Y aquel día le pareció el peor día de su vida. Pero cuando le miraba y abrazaba su pequeño cuerpo. Cuando sentía su calor y sus ganas de vivir, todo cambiaba. Y le daba fuerza para luchar, para buscar soluciones. Miles y miles de soluciones. La encontraría, la tenia que encontrar……………………
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